jueves, enero 7

La habitación

Se sentó con movimientos desordenados en la silla, enfrente del ordenador. Lo encendió de manera ansiosa, aporreándolo como si pudiera meterle prisa en mostrar la pantalla de inicio. Abrió su correo, conteniendo el aliento, para comprobar por enésima vez si él había cumplido su promesa, y le había escrito. Tras un suspiro vacuo, miró hacia el monitor desolada, y apagó el ordenador.


Se quedó tendida en la cama mirando el techo, lamentándose e intentando que su mente fuera un reflejo del blanco y pulcro techo, y así poder dormir. Cuando se hizo la oscuridad, el más sepulcral de los silencios perturbaba su sueño. Oía el caer incesante y lancinante de las gotas del grifo averiado, que se prometió arreglar hacía ya cuatro meses. El chirrido siniestro de las puertas, causado por el viento que entraba por las pequeñas ventanas, la inquietaba. Vivía en una casa un tanto vieja, por lo que se repitió a sí misma que nada había fuera de lo normal. Sin embargo, un temor inconsciente, más poderoso que su propia cordura, se apoderó de ella. Juraría haber oído pasos al otro lado de su puerta, y el aullido del viento coronaba aquella sinfonía fúnebre. Se asustó, y quedó paralizada entre las sábanas de su cama. Atreviéndose apenas a respirar, sólo se escuchaba en aquella habitación, el latido desbocado de su corazón, que parecía ser lo único que se movía en aquel cuerpo inerte.


A la mañana siguiente, se incorporó. Notaba sus músculos atrofiados, que se debía seguramente a no haber cambiado de postura en toda la noche. Se sentó, y con la luz del crepúsculo asomándose por la ventana, contempló aquella habitación. Comprendió casi instantáneamente, que era aquello que la había aterrado. Sola, entre esas cuatro paredes blancas, comprendió que la soledad había entrado en su habitación aquella noche, y había encogido su corazón.

1 comentario:

Adler dijo...

es tan triste, y a la vez pasa tantas veces...